Concluyen los 730 kilómetros de “Cruce por la Educación”

El pasado miércoles, cinco ciclistas partieron de Córdoba en lo que se convirtió en la segunda edición del “Cruce por la Educación”, una travesía que concluye hoy en San Juan, con un recorrido de 730 kilómetros.

El objetivo de esta aventura es llamar la atención para promover inquietudes, reflexionar y generar acciones en torno a la educación en Argentina. Los ciclistas están convencidos de que la educación es el valor más importante y seguro para generaciones actuales y futuras.

Hoy, cuando lleguen a la casa de Sarmiento dejarán las cartas de alumnos, maestros rurales, referentes locales de la Educación de la Provincia de Córdoba dirigidas imaginariamente al prócer sanjuanino. El desafío es organizado por un grupo de amigos con el apoyo de instituciones y del Gobierno cordobés, a través de su ministerio de Educación y de su secretaría de Comunicación Pública.

Recorrido 

Se trata de siete etapas, una por día. La primera, partió de Córdoba, finalizando en el Parador del Cóndor. En la segunda jornada, atravesaron las ciudades de Mina Clavero y Villa Dolores, hasta llegar a la localidad de Quines, en la Provincia de San Luis.

Durante la tercera etapa cubrieron Quines y San Francisco del Monte de Oro, llegando a la primera escuela fundada por Sarmiento, cuando el prócer tenía apenas 15 años. La cuarta fue esta última localidad y el paraje “La chañarienta”, aún en San Luis. En la quinta jornada la caravana llegó a El Encón, en San Juan.

Ayer, en la sexta etapa, llegaron a la Difunta Correa y hoy -la séptima y última etapa- la constituyen los 60 kilómetros más emotivos hasta alcanzar la ciudad de San Juan. En esta fase final se unirán al quinteto 500 ciclistas, para llegar a la casa natal de Sarmiento y conmemorar así un nuevo aniversario de su fallecimiento.

Crónica de los protagonistas

Tercera Etapa (7 de Setiembre de 2012)

“La marcada afición local por el ciclismo hace que el Cruce ruede con mucho más que cinco hombres. Hoy unieron Quines con San Francisco del Monte de Oro más de una veintena de aficionados, posibilitando relevos, fases de aceleración y mucho ánimo para los cinco compañeros del Cruce por la Educación. En este nutrido grupo merece una mención especial un hombre de Quines que llenó de alegría, historias y una verdadera lección de compañerismo, la marcha de la caravana. Se trata de Arturo Morán, dueño de un sentido del humor a toda prueba. Un hombre rústico de sesenta y tantos años, dedicado a las tareas rurales, cultiva con igual pasión sus uvas y la amistad más genuina. Este puntano de tan buena madera, recibió ayer a los ciclistas con unos reparadores mates en el fondo de su casa. Brindó su hogar, su tiempo y todo cuanto tiene, en una charla deliciosa con el cacareo de sus gallinas como música de fondo. Hoy por la mañana la sorpresa del equipo fue enorme, el mismísimo Arturo estaba preparado, junto a su bicicleta, para emprender la marcha”.

Quinta etapa ( 9 de setiembre de 2012)

“Sobre las 19 horas de ayer los ciclistas llegaron al paraje La Chañarienta, un cruce de rutas con un espacio de tierra a un lado. Uno de los vehículos de apoyo se adelantó y a la llegada del grupo el fuego estaba en marcha y parte del campamento dispuesto. Era la primera noche de acampada a cielo abierto, al igual que el año anterior, los protagonistas del Cruce por la Educación armaron sus carpas en torno a una fogata y leyeron cartas entre anécdotas y recuerdos frescos del día.

En este sitio tan inhóspito, la luz marca el ritmo de los días. Al atardecer se deben ultimar detalles y apenas se esconde el sol es hora de cenar y dormir, aún cuando solo sean las ocho de la tarde. Vale la pena aclarar que este lugar recibe el nombre de paraje, aunque no para ni vive casi nadie. Tan solo hay una familia en un pequeño puesto a pie de ruta, sin luz ni agua corriente. Apenas tienen una pileta que llena un camión que pasa casi todas las semanas, de donde sacan para beber e higienizarse. Se trata de un matrimonio joven con tres hermosas hijas, de 14, 11 y 7 años. Los ciclistas visitaron la vivienda, invitaron a las niñas a escribir sus cartas para el Cruce y conversaron sobre educación con toda la familia. Norma, la madre, les obsequió cuatro panes elaborados por ella. Una auténtica delicia”.