Soy Juan, trabajo en la construcción desde que era chico, cuando lo acompañaba a mi viejo. Hace seis meses laburo en un edificio como oficial albañil.
Todos los días arranco temprano, me tomo unos mates con mi señora mientras preparamos a los chicos para ir a la escuela. Ella los lleva en el colectivo, que por suerte ahora no tenemos que pagar para los chicos, y yo me voy en la bici.
Hoy cuando llegué a la obra, me contaron los compañeros que iba a ir una gente a darnos un curso, una “capacitación” dijo el capataz.
Estabamos meta laburar cuando llamaron para que nos sentáramos todos a escuchar. Los tipos eran gente vestida como nosotros, con cascos. Sacaron unos carteles, repartieron papeles y empezaron a hablar.
“Vamos a aprender sobre seguridad e higiene en las obras de construcción”, dijo uno de ellos. Escribimos los nombres en una hoja y nos dijeron que es porque después nos van a dar un certificado, un título de que hicimos el curso. Cuando me lo den, creo que lo vamos a poner en casa, en la cocina, pienso. Mi mujer va a estar chocha viendo que trabajo seguro.
Dijeron que eran representantes “de la cuatripartita”. Nos hablaron sobre la aseguradora de riesgos de trabajo (ART); el uso de matafuego y otras cosas; la importancia de usar casco, botas, arnés, protector visual. También nos enseñaron que hay que tener mucho cuidado con las maderas que usamos para hacer las escaleras manuales y que no hay que usar las que están rotas.
Cuando terminó, nos dejaron unos folletos para que repasemos cuando nos haga falta. Y lo mejor: nos dieron el certificado.
No veo la hora de llegar a casa para mostrarle a los chicos.