Lucía Haro, orgullosamente cordobesa

La joven de Unión Eléctrica es la única jugadora del seleccionado nacional femenino de handball que nació en la provincia. Viene de conseguir en Toronto un resultado histórico: por primera vez, las chicas estarán en un Juego Olímpico.

“Cuando en las transmisiones dicen ‘la cordobesa’, me llena de orgullo”. Lucía Haro, flamante medallista de plata en los Juegos Panamericanos de Toronto, es la única oriunda de la provincia que integra el seleccionado nacional femenino de handball, el combinado que, en Canadá, hizo historia: logró, por primera vez, la clasificación a un Juego Olímpico.

Y a eso de ser orgullosamente cordobesa no lo negocia por nada del mundo. Aunque durante la semana se entrena con el equipo argentino en Buenos Aires, “Lula” encuentra en Córdoba lo que Capital Federal no le da. “Trato de estar todo el tiempo que puedo en Córdoba. A pesar de que la selección (argentina) se entrena en Buenos Aires y estoy de lunes a jueves allá, siempre vuelvo. Mi club está acá y ahí juego los fines de semana. Cuando llegó a Unión Eléctrica, llego emocionada. De acá uno saca las fuerzas para ‘tirar’ una semana en Buenos Aires”, afirma Haro.

No solo el deporte la quiso mudar de provincia. Cuando se egresó del colegio secundario, Haro pretendió ir más allá del handball: se propuso estudiar la carrera de Contador Público. Y, otra vez, las raíces pudieron más. “Todos mis entrenadores me decían que estudiara en Buenos Aires, pero yo estaba empecinada con hacerlo acá. La idea era recibirme en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), así que la peleé con el director técnico y le dije que iba a ir y venir para estudiar. Ya hace 12 años de esa historia. Hoy soy contadora, trabajo de eso, me recibí en la UNC como quería y sigo peleando porque no me voy a ir a vivir a Buenos Aires”, asegura “Lula”, entre risas, y explica: “Prefiero irme durante la semana y volver a Córdoba, donde tengo mi familia, mis amigos, mi novio, mi club. Si paso mucho tiempo en Buenos Aires, se me van las ganas hasta de jugar al handball”.

Haro sonríe. Sabe que, otra vez, se salió con la suya. Ya con la medalla panamericana colgada y la clasificación a Río asegurada, no duda en que el camino recorrido tuvo sentido: “El handball me llegó de casualidad, y hoy no puedo imaginar mi vida sin él. Es un estilo de vida, que implica viajes, sacrificios y dejar muchas cosas de lado. Pero si pienso en la cantidad de momentos vividos, es algo impagable. Lo haría de nuevo tres veces para volver a vivir lo que me tocó. Disfruto esto como el primer día”.