Juntos a la par

Javier Filardi es un ganador por naturaleza. El cordobés, medallista de oro con la selección argentina de vóley en los Juegos Panamericanos de Toronto, no solo es el jugador nacional que más títulos ganó, sino que, además, es quien más se sacrifica en pos de esos resultados.

Antes de viajar a la competencia de Canadá, Filardi reunió a todos sus compañeros, los miró uno a uno a los ojos y les dio un mensaje conmovedor: “Antes de ir a Toronto, me junté con los chicos del equipo y les dije: ‘Muchachos, si ustedes están dispuestos a dar el 200 por ciento, yo estoy dispuesto a no ver el nacimiento de mi hija. Dependo de ustedes. Si después no alcanza, no importa. Siempre que uno hace grandes sacrificios, la recompensa en algún momento aparece’”, cuenta el papá de Martina, la beba que nació a 24 horas de que Argentina jugara la semifinal frente a Canadá.

Pero la historia de Filardi postergando momentos únicos de su vida por el vóley nació mucho antes. Hace tres años, cuando su otro hijo (Agustín) vino al mundo, el campeón panamericano estaba volviendo de una gira por California con su anterior club, Bolívar.

¿Cómo es que alguien tolera no ver el nacimiento de sus hijos? Filardi lo explica así: “El año pasado, cuando decidimos volver a la selección -y digo ‘decidimos’ porque lo hicimos con mi mujer (Luciana): sin ella, yo no hubiese podido hacer nada-, la selección ni aparecía en las finales. Hace 30 días me fui de casa y, cuando me fui, sabía que esto (el nacimiento de su hija) podía suceder, y la única recompensa era traer una medalla”.

Tiene 35 años y juega desde hace 25. En su extensa carrera, a Filardi le tocó conocer la victoria y padecer la derrota. Pero siempre supo que, amén de los resultados, intentarlo vale la pena: “Durante tantos años pasé momentos malísimos y momentos excelentes, pero esto no es gratis: es trabajo y dedicación. El deporte hoy por hoy es un trabajo para mí, pero es algo muy bueno, que te forma, te hace buena persona”.