Un camino a la música de la humanidad

“Uno de los monumentos más grandes de la música universal”. Así define Manfredo Kraemer a la Misa en Sí Menor de J.S. Bach, la obra con la que anoche se abrió la 15° edición del Festival Camino de las Estancias, una de las citas musicales más destacadas del calendario artístico cordobés.

Con dirección de Kraemer, la Barroca del Suquía y el coro Cantoría de la Merced ofrecieron una notable interpretación de la obra de Bach, ante un público que colmó la Iglesia de la Merced. Una vez más los espectadores renovaron su pasión por una propuesta artística que con el paso de los años se hizo un lugar en la escena local.

“El hecho de que el festival esté tan instalado en la conciencia y el amor de la gente hace que estemos contentos por haber llegado hasta acá, y también somos bastante optimistas que va seguir en el tiempo”, dice Kraemer, en su doble papel de músico y director artístico del ciclo.

El origen se remonta a fines de la década de 1990, cuando confluyeron ciertas condiciones que hicieron posible el nacimiento de una propuesta que, hasta ese momento, era inédita en Córdoba. “Lo más difícil fue el parto, el nacimiento del festival”, recuerda.

“Hubo –continúa- una constelación favorable de hechos. Uno fue que la Unesco declarara Patrimonio Histórico de la Humanidad a las estancias jesuíticas. Esto que coincidió con el sueño de un grupo de gente que quería hacer música barroca y renacentista en recintos históricos. Este es un patrimonio cordobés que no existe en muchos otros lugares de Argentina. Acá teníamos hermosos edificios y muchos en uso, como museos e iglesias, que podían ser aprovechados”. Otro aspecto que destaca fue el apoyo oficial, algo clave para que el ciclo se consolide y perdure en el tiempo.

Plataforma artística

En estos 15 años Kraemer considera que el festival avanzó en los planos organizativos y artísticos. En cuanto a lo primero, no hay grandes secretos: todo funciona más aceitadamente y sin mayores obstáculos. Esto garantiza que la programación se desarrolle sin contratiempos en más de una decena de escenarios ubicados en distintos puntos de la provincia.

El crecimiento musical da más tela para cortar. “En lo artístico ha habido una evolución y un crecimiento constante en la calidad de los músicos, que en el festival han tenido un foro para presentarse, experimentar, recibir apoyo, críticas y sugerencias”, dice.

Las estancias jesuíticas y los templos que integran el circuito musical “han sido una plataforma para que los artistas se muestren, evolucionen y gesten nuevos proyectos de música histórica, tanto en Córdoba como en Buenos Aires. (El evento) ha sido como un almacigo en el que crecieron muchas cosas buenas”.

Un ejemplo de ello es el grupo la Barroca del Suquía, que se conformó a fines de siglo pasado para actuar en el festival, y que cuando se presentó por primera vez ni siquiera tenía nombre. En la actualidad, esa agrupación ostenta un prestigio que trascendió la provincia.

“Otro indicio de esta evolución es que hoy podemos abordar repertorios que en los inicios no hubiéramos podido interpretar por la especialización que requiere. En aquel momento, no había nadie que tocara algunos instrumentos históricos, como por ejemplo el fagot barroco o el oboe barroco. Aún así todavía invitamos gente de afuera para ejecutar instrumentos que aquí no hay quien los interprete”, acota el músico.

Músicas del tiempo

El programa artístico apunta a la variedad y el equilibrio entre la música instrumental y vocal, haciendo pie en tres vertientes musicales. “Una corriente principal, que es la música barroca producida en Europa, principalmente del siglo XVII y XVIII. A veces nos extendemos hacia el clasicismo  (fines del XVIII principios del XIX), el renacimiento o el medioevo. La segunda pata es la de la producción del barroco americano. Por último, tratamos de abrir la mirada a otras músicas, como lo popular especialmente de América, producto del mestizaje”.

A veces también se pretende abrir una “ventanita” a otras expresiones más exóticas, como el universo sonoro de las guitarras árabes, los oboes armenios o el violín chino. En esta temporada, lo “otro” estará representado por la música tradicional irlandesa, que será interpretada el trío que integran Carolina Arango (violín irlandés), Pamela Schweblin (gaita y flautas irlandesas) y Maximiliano Villalba (guitarra, bouzouki y banjo). La cita es el viernes, a las 21.30, en la Capilla Doméstica de Colonia Caroya.

Programación completa, aquí.