Pigna presenta un San Martín humano, soñador y adelantado a su época

No es extraño pero para muchos puede resultar sorprendente que El Quijote haya sido el libro de cabecera del General San Martín, que en  pleno siglo XIX haya expresado  una profunda preocupación por el niño como sujeto de derecho o que haya dedicado horas de estudio a la cultura de los pueblos originarios.

El que aporta detalles esenciales pero a veces ignorado por el gran público sobre la vida del Libertador de América es el historiador Felipe Pigna, un hombre que se jacta de realizar una labor de divulgación que lo está llevando por las escuelas de todo el país, “sin necesidad de que el Ministerio de Educación recomiende específicamente mis libros”, que, no obstante, lo preceden en las aulas llevados por los alumnos o sus maestros.

Invitado por la Universidad Nacional de Córdoba para hablar de «La voz del Gran Jefe. Vida y Pensamiento de San Martín», Pigna reivindica una mirada distinta del héroe  a partir de lo que leía, de sus preocupaciones y  hasta de sus diversiones.

Asegura que le ha dedicado a su último libro tres años de investigación  para “ampliar la perspectiva exclusivamente militar, que suele ser la más conocida”. Aclara a renglón seguido que San Martín “fue un militar extraordinario; pero no solo eso”.

Destaca el historiador que también demostró ser “un excelente gobernante, preocupado por lo que sucedía en su tiempo y  un gran lector de filosofía y otros textos” y pondera “su humanismo y su solidaridad”, dos aspectos palpables a partir de  la lectura de su correspondencia.

Según Pigna , repasando sus cartas “uno conocía su preocupación por el otro”. Analizando esos textos tan personales  “se advierte muy poco “yoico”, habla muy poco de él, tenía ausencia absoluta de egoísmo”, subraya el historiador a la hora de elaborar el perfil particular de un hombre que tuvo una incidencia superlativa en nuestro país  pero  del que se ignoran tantos detalles acerca de su vida doméstica cuya difusión probablemente serviría para apuntalar su figura.

Un capítulo esencial de los estudios realizados por Felipe Pigna está dedicado a la idea de infancia que defendía San Martín. “Su preocupación por la niñez, en  las primeras décadas del siglo XIX es extraordinaria. En ese momento nadie consideraba al niño como sujeto de derecho. El prohibió el castigo a los niños y  cuando estuvo en Gran Bretaña hizo lo mismo: el rescate del niño como sujeto de derecho”. En ese sentido,no vacila en sostener que fue un adelantado porque la temática de la infancia pertenece al siglo XX. “También me llamó la atención por su preocupación por la mujer. Esto lo compartía con (Manuel) Belgrano”.

José de San Martín era  un lector voraz, y su libro preferido era, según el historiador, El Quijote. Al parecer hay sobradas muestras de que admiraba la obra cumbre de Cervantes y que la conocía a la perfección al punto de citar párrafos del libro en distintos escritos y en las charlas que a diario mantenía con sus colaboradores.

“La gente lo  respeta pero lo admirarían más si lo conocieran mejor. Es un personaje muy homenajeado, es verdad pero hay que admitir que se lo nombra mucho sin conocerlo. Hay calles, plazas, espacios culturales que llevan su nombre pero nos perdemos mucho por no conocerlo en profundidad” afirma el autor de “Los mitos de la historia argentina”.

El Libertador era un hombre apasionado. “Ha dejado huellas de su preocupación por los pueblos originarios y su cultura. Le interesaba mucho la cultura inca. Cuando estuvo en Perú mandó a proteger los monumentos arqueológicos, todo una novedad  para alguien con formación europea”.

Pigna enfatiza asimismo que “tenía una mente abierta y era muy  inquieto”. Le importaban temas diversos como la astrología y los relojes pero, más allá de la amplitud de intereses, siempre se evidenciaba en su universo la fuerte preponderancia de lo social”.

Con permanente presencia en los medios masivos, Pigna reivindica como fuente de inspiración y motor de su actividad el paso por las escuelas. “Para mí es un bálsamo, siempre los chicos me hacen preguntas inteligentes. Se pierde mucho por no escucharlos. Habría que ver que tan adultos somos nosotros”.

Reconoce que se lleva bien con algunos colegas y no tanto con otros pero defiende la necesidad de leerlos a todos, aunque lamenta que no haya demasiada reciprocidad. En cuanto al nivel que observa en los políticos actuales, sostiene que, salvo honrosas excepciones, “la mayoría  exhibe un nivel lamentable y muy pocos podrían sostener un debate. Ni un punto de comparación con San Martín”, se lamenta.