«La educación pública debe ser reinstalada y legitimada»

Guillermo Jaim Etcheverry es investigador, doctor en medicina, especialista en la neurobiología y especialmente un referente en materia educativa. Fue Titular de Biología Celular e Histología de la Facultad de Medicina y rector de la Universidad de Buenos Aires en el período 2002 – 2006.

Vino a Córdoba invitado por la fundación Oulton a conversar sobre el tema que tanto le aflige desde hace tiempo: el estado de la educación de hoy. Su conferencia trató sobre las alternativas y propuestas para revertir la situación “dramática” que se encuentra en la actualidad.

Hace 15 años, Etcheverry se despachó con su libro “La tragedia educativa”, texto donde cuestionó a la escuela, a la sociedad y fundamentalmente al modo en que es considerada la educación y la percepción que se tiene de ella.

El  docente dice que hoy estamos peor que cuando escribió el libro y que si lo hiciera de nuevo tendría peores indicadores. “Ahora se cuentan con otros parámetros de medición que darían resultados más alarmantes”, señaló.

Cuando se le pregunta que es lo que falla además de la sociedad en general, Jaim no deja de advertir que es un problema global, que comprende a todos los estratos sociales, políticos y académicos. Considera que el rol del docente está deslegitimado y lamentablemente ocurre en muchos casos que los maestros llegan a las aulas «porque no les queda otra».

Lo paradójico es que, sin educación, no hay buen trabajo ni desarrollo personal. Para Jaim Etcheverry, y muchos más, tarde o temprano habrá que “volver a privilegiar a la docencia, mejorar el nivel de nuestros educadores, lo que devendrá en elevar el nivel de conocimiento, formación y entrega de los docentes en las aulas».

Su mirada crítica del sistema educativo es analizada desde una perspectiva cuya raíz se debe comenzar a verse a partir de la situación social y económica; a la vez que puntualizó en la necesidad de recuperar la calidad de la escuela pública.

La Conferencia que ofreció se tituló con un interrogante- ¿Si es posible educar hoy?

-¿Como se encuentra la educación después de 15 años de la publicación de su libro “La tragedia educativa”.

-Ha quedado desactualizado respecto a los valores. Ahora contamos con muchos más elementos de juicio, el libro que publiqué hace 15 años sobre “La tragedia educativa” ha quedado desactualizado en valores. Si se redactara hoy, la situación sería mucho más dramática porque en 2015 tenemos más elementos de juicio, contamos con investigaciones en América Latina que antes no contábamos.

Es decir, se han reunido más elementos que dan cuenta de que  estamos peor. Argentina tiene poca gente educada en relación a la fuerza de trabajo. Por citar un ejemplo tenemos el 10% de grado universitario cuando los países desarrollados tienen un 30%. Hay una gran desigualdad en la distribución de la educación.

Hay un serio problema en la calidad educativa, aún en los que reciben mayor educación, se advierte que es muy deficitaria.  Cuando uno compara con otros países, aún en América Latina. Hace unos años éramos el segundo en el 96, el año pasado quedamos en el  séptimo lugar.  La Argentina está en el puesto 59 de 75 países que participaron.

-En los diagnósticos, hay coincidencias en el diagnóstico de la educación en nuestro país y esto viene de vieja data. ¿Cual es su propuesta?.

-Es difícil hacer una propuesta porque es un problema social, de valores, donde la educación interesa poco. La Argentina no es un país que valore el logro académico, sólo le importa títulos y certificados.  De modo que la propuesta es reinstalar la educación. Si uno le pregunta a la gente como está la educación, el 70% dice que está muy mal, pero si se le pregunta ¿estás satisfecha con la educación de tus hijos, el 70% dice que si está satisfecha con la educación que reciben sus hijos. Vale decir que la gente entiende que hay una situación de crisis pero se considera a salvo de esa crisis.

Ya tenemos un millón de jóvenes que no estudian ni trabajan. Además, Argentina ha descendido varios lugares en el Informe Pisa (Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes, implementado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos); junto con Perú y Uruguay, es el país latinoamericano con mayor desigualdad educativa.

-¿Que se tiene que cambiar en el sistema educativo?

-Se tiene que cambiar todo, pero fundamentalmente hay que modificar la percepción social. Hoy la escuela es vista como una guardería ilustrada, cada día más guardería y menos ilustrada. Hay que ocuparse, enseñarle las cosas. Es insólito que después de 12 años de estudio, la mitad de los chicos que terminan la escuela media no entiende lo que lee. Eso es lo que sucede, un alto porcentaje de chicos no pueden solucionar problemas de matemáticas y eso parece que a nadie le preocupa demasiado.

-Hay un concepto en donde se señala que la escuela es una institución del siglo XIX con profesores del siglo XX y alumnos del XXI. ¿Qué piensa de esto usted?.

-Muchas veces nos encontramos con escuelas creadas en esa época, pero esto no quiere decir que hay que cambiar todo.

Me parece fundamental que los chicos desarrollen el ser alumnos, que vayan a la escuela interesados en aprender algo. A los docentes también les tiene que interesar motivar a sus alumnos. Si el docente no está entusiasmado, poco entusiasmo puede transmitir. La falla es el desinterés que existe en la sociedad, donde una persona que le dice a sus padres que su vocación es la docencia es desalentada para que estudie otra cosa. Esos mismos adultos son quienes luego se muestran preocupados por como está la educación. Allí es donde encuentro mayor hipocresía, por un lado creemos que la docencia  es  importante pero por el otro nos morimos si nuestros hijos dicen que van a seguir la carrera docente. Hay que volver a jerarquizar a la educación como sucede en otros países, donde se privilegia la carrera de maestro, con un salario acorde.

-¿Para que se debe educar?

-Educar para la construcción de la persona, formarla. Una persona que entiende lo que lee, que tiene una capacidad de abstracción, que hace las cosas elementales de la matemática, que está ubicado en tiempo y en forma, puede hacer cualquier cosa, sabiendo leer y escribir. Teniendo capacidad de abstracción, uno entiende cualquier cosa y adquiere herramientas básicas para la vida.

-¿Como se hace para educar a chico sin tener en cuenta el contexto adverso que algunos padecen?

-Es muy difícil, son situaciones extremas que hay que aplicar políticas especiales. Pero la observación que yo le estoy haciendo es una observación donde no están esas carencias. En escuelas donde no existen problemas económicos, el rendimiento es muy pobre.

Los mejores promedios de aquí son los peores de 30 países. Hay mucho por trabajar. Yo me estoy refiriendo a la concepción en general que hay sobre la educación. Muchos piensan que porque los mandan a escuela privada ya está y eso no es así.

-¿Que piensa de la Asignación Universal por Hijo?

-Me parece que es una política importante, pero hay que ver los resultados. Hay que ver también cual es la contraprestación porque no tiene sentido que se transforme en una guardería y nada más.  Tienen que ir a aprender algo. Hay que poner énfasis en que el rol de la escuela debe ser el de enseñar.

-¿Se puede decir que la crisis atraviesa la escuela privada y pública por igual?

-La Argentina construyó su sociedad en base a la escuela pública cuando la escuela pública era la que reinaba. La escuela privada albergaba a chicos que elegían una educación confesional o a quienes les iba muy mal en la publica.

El tema de recuperar la escuela pública es central para  lograr la cohesión social. Antes te ponían un guardapolvo blanco y estaba  el hijo del carnicero, del abogado, del zapatero y del médico. Todos estábamos iguales y eso elevaba el nivel. Hoy eso se ha perdido. Nuestros chicos se educan en ghetos, los pobres con los pobres y los ricos con los ricos.  Y eso es sumamente grave para la cuestión social y debemos trabajar para lograr que la escuela se convierta en un agente social. Los sectores más postergados hacen un esfuerzo por mandar a sus hijos a escuelas privadas, la pública no le garantiza los días de clases. Hoy en día los sectores pobres confían más en la educación. Los más pobres piensan que con mayor educación van a poder salir de esa situación.