Una ciudad pintada: Córdoba en siete imágenes

Una panorámica del centro de la ciudad. Una mujer que sale de misa en la iglesia La Compañía. Distintos sectores de La Cañada. La esquina de las calles Rivadavia y Olmos. En lo alto, una terraza vacía. La playa de estacionamiento de un hipermercado, sin autos ni personas.

Son imágenes que quien recorra las calles de Córdoba puede haber visto en algún momento. Postales instantáneas de la vida urbana que se mezclan de paso al trabajo, la escuela o al mercado. Escenas comunes se podría decir, salvo para ojos atentos que encontraron en ellas un motivo de interés, algo particular o incluso irrepetible, y quisieron dejarlo registrado.

En la pintura, por caso, existe una importante tradición de artistas que retrataron los temas urbanos. Córdoba no ha sido la excepción, como se aprecia en la larga lista de pintores que pusieron en el centro de sus composiciones a la ciudad. Una parte de ese patrimonio artístico y cultural forma parte de la colección permanente del Museo Emilio Caraffa (MEC).

Algunas de estas obras tienen décadas de existencia, lo que les suma un interés histórico a su valor artístico. Otras son más recientes, y dan testimonio de fenómenos que suceden casi ante nuestra mirada; y si bien los artistas no siempre tienen un vocación de testimonial, el mundo urbano se abre paso en sus pinturas cargándolas de historia.

A continuación, algunos exponentes de “paisajes urbanos” de Córdoba seleccionados por el Área de Colección del MEC, que permiten revisitar el pasado y el presente de la ciudad, como un viaje imaginario en el tiempo, por calles y sectores redescubiertos en el lienzo.

«Córdoba en el año 1895»

A las puertas del siglo XX

En «Córdoba en el año 1895» el italiano Honorario Mossi registró la ciudad de fines del XIX con un realismo casi fotográfico: a la derecha se ve el actual puente Centenario y al fondo aparecen las cúpulas y torres de la Catedral y de las iglesias San Francisco, Santo Domingo y La Compañía de Jesús, la Casa Galíndez (hoy Casona Municipal). Algunas torres industriales y postes de luz hacen pensar en una Córdoba que empezaba a industrializarse.

En contraste con esa zona donde parece bullir la vida cotidiana, se delinea el mundo rural, con algunos ranchos dispersos, carretas y animales. El río Suquía separa la urbe del campo. Para captar esta panorámica, el artista se situó en las proximidades del puente ferroviario en el actual barrio Cofico.

 

"La primera misa"
“La primera misa”

Luces y sombras

“La colonización de América Latina estuvo pautada por la fundación de ciudades. España aplicó un modelo fijo, una matemática rigurosa para dar forma a esas ciudades”, dice en un ensayo sobre el tema Laura Malosetti Costa. Esta impronta se plasmó en el diseño de calles en ángulo recto, manzanas (cuadras) rectangulares, con las sedes del poder político (El Cabildo) y religioso (la iglesia) ocupando un espacio central, a menudo la plaza principal.

“La primera misa”  (1916) de Carlos Camillioni, italiano como Mossi, es un testimonio de esa herencia fundacional, que dejó su huella en Córdoba. Pero al mismo tiempo, el cuadro tiene interés por su cualidades plásticas: presenta una vista frontal de la iglesia de Compañía (una de las construcciones jesuíticas del siglo XVII más singulares de la ciudad), bañada por la luz matinal. Como se observa en este trabajo, Camillioni se destacó por el uso sutil de los climas lumínicos, una característica que se advierte a lo largo de su obra.

 

«La Playa»

Globalización y vacío

Un hipermercado que podría estar situado en cualquier punto del planeta. Los símbolos de la globalización se hacen lugar en la ciudad, como se advierte en “La Playa” (2001), un cuadro del cordobés Rubén Menas, un artista contemporáneo. Pero a diferencia del realismo de Mossi, Menas no documenta, ni pinta un lugar concreto; trabaja a partir de recuerdos asociados a espacios urbanos anónimos y consigue un efecto de verosimilitud mediante la construcción de una atmósfera lumínica. Con la ausencia de figuras humanas, el autor comunica una sensación de vacío y desolación, que contrasta con las imágenes que asocian el consumo al bienestar personal y la felicidad.

 

«Calle Rivadavia»

Pulso urbano

«Calle Rivadavia (1956)», del artista cordobés José Aguilera (1901-1971), muestra una esquina reconocible del centro cordobés. Gente que camina por la vereda, dos mujeres detenidas frente un negocio, otra que parece salir de una farmacia, dos autos que avanzan en dirección a plaza San Martín: el pulso diario de la urbe, con sus comercios, calles, habitantes y edificios emblemáticos (en segundo plano se advierten las cúpulas de la iglesia La Merced). A diferencia de La Playa de Menas, el óleo de Aguilera capta una situación cotidiana, que incluso puede ser una imagen del presente, salvo por dos detalles: los cambios edilicios y, sobre todo, el escaso trafico de transeúntes y vehículos, que dan la sensación de un ritmo de vida bastante más pausado que el actual.

 

«Terraza de Córdoba»

Jungla de cemento

El paisaje urbano se transformó con la proliferación de edificios en el centro y Nueva Córdoba. La fisonomía de casonas bajas y aire pueblerino comenzó a ser desplazada por las construcciones en altura, los nuevos símbolos del desarrollo económico. Estos cambios también impactaron en las relaciones sociales. Los departamentos se fueron poblando de vecinos anónimos, que apenas se relacionan entre sí –encuentros fugaces en el hall o el ascensor sin demasiada interacción social-, un fenómeno característico de las grandes ciudades.

En “Por sobre La Cañada” (1988) Diego Cuquejo captó cómo las moles de hormigón cobran protagonismo. En el cuadro de este artista nacido en James Craik (1921-2005), los edificios contrastan con los techos bajos de las casas ubicadas del otro lado de La Cañada, que se adivina por la copa frondosas de Las Tipas; se trata de dos sectores en los que transcurre la vida cotidiana: el “centro” y el barrio.

Las terrazas son una presencia recurrente en la obra de otro cordobés del interior provincial, Ernesto Farina (Luque 1912-1988). La que acompaña esta nota, “Terraza de Córdoba” (1971), es la más conocida de esta saga.  La ausencia de figuras humanas, atenuada sólo por el rojo intenso del primer plano, la cúpula de la iglesia Santo Domingo y los techos de otras construcciones aledañas, delinea una visión inquietante, donde el gran protagonista –como apuntó el ensayista Antonio Oviedo- es el silencio. O la soledad, como también podríamos conjeturar.

Es que saturadas o vacías, pobladas o fantasmagóricas, las calles alimentan la imaginación de los artistas. Aunque no exista una «escuela» o corriente que agrupe a los pintores locales de lo urbano, cada tanto la ciudad reaparece, como una presencia persistente a lo largo del tiempo.

«La Cañada», obra colectiva de Avataneo, Canedo, Silva, Reyna, Luque, Bravo, Monteiro y Antonio.