Carolina Agüero: “Hago lo que me gusta y encima me pagan”

Carolina Agüero es primera bailarina de la compañía de Hamburgo, estudió en el Seminario de danza clásica del teatro San Martín y además tomó clases con los maestros Irupé Pereira, Jorge Tomín y Teresa del Cerro.

Desde chica su mamá la mandó a estudiar diferentes ritmos para gastar energía que “sobraba”, pero a los 13, optó por la danza clásica.

La etapa de formación de las bailarinas es sacrificada, pero «esos sacrificios se transforman en satisfacciones», dice la bailarina. Al colegio se le suma la escuela de danza y en la mayoría de los alumnos de cursos superiores, una maestra particular. Carolina se acostumbró largas jornadas.

No considera un trabajo el bailar, «hago lo que me gusta y encima me pagan», dice sonriendo.

La carrera tiene sus particularidades que hacen que «los de afuera» los vean raros por no decir sacrificados. Una de las razones es que ingresan muy jóvenes al ámbito laboral y la otra es que demanda mucha dedicación.

Aún de vacaciones, ensayan y dan clases. La primera bailarina de Hamburgo está de visita a familiares, vino con su compañero de escenarios y de la vida, el bailarín Darío Franconi, quien es solista en el mismo Ballet que ella.

Están juntos hace 15 años, se encontraron en Buenos Aires, se conocieron y eligieron. Integraron la Compañía de Ballet de Chile  y desde allí no pararon en su búsqueda artística.

Viajaron a Europa y comenzaron en las compañías de Dresden y Stuttgart, pero no les gustaba estar tan lejos uno del otro. Luego fueron seleccionados en la Compañía de Finlandia, pero el deseo de seguir buceando otros lenguajes los llevó a desembarcar finalmente en Hamburgo.

Se admiran y se sostienen. Saben que a veces uno baila más que el otro, se apoyan y entienden que no siempre pueden tener los mejores papeles.

Darío Franconi, entre el fútbol y la danza se quedó con el clásico. Superó prejuicios, y gracias a su madre, quien le debe aún 5 australes por llevarlo la primera vez a probar clase de danza, se convirtió en bailarín de primer nivel internacional.  En esa época, Julio Bocca ganaba la Medalla de Oro en Moscú, recuerda Franconi: «Todos los medios hacían referencia a eso,  a mi mamá se le abrieron los ojos y me dijo: Si probás, te doy 5 australes. Pero yo respondí: Si pruebo y no me gusta, ¿me los das igual?”

El clásico para la pareja tuvo limitaciones para seguir contando historias en el escenario. La técnica fue su herramienta para transmitir sentimientos «más auténticamente», no como el típico ballet clásico romántico. Reconocen en John Neumeierun a un verdadero maestro. De él aprendieron a expresar con el cuerpo cosas cotidianas, transformadas en movimiento de danza.

Cuando hicieron “Romeo y Julieta”, de Cranko, entendieron que este era el camino que necesitaban tomar para transmitir más cabalmente lo que estaban sintiendo. Desde ese momento les quedó la sensación que este era el estilo con el que se estaban identificando. «Cuando hicimos La Gaviota, me aluciné», asegura Carolina. «A ambos nos quedó una marca de ese ballet, con el que nos fue muy bien», agrega.

Lo técnica es el medio que utilizan para comunicarse con el público. Un bailarín tiene que tener dominio, dice Aguero, pero entiende que además hacen falta perseverancia y fortaleza para poder crecer.

No sólo se inspiraron con música escrita para la danza, también lo hicieron con películas, una de las últimas que hace referencia a esta disciplina es la que fue inaugurada en 2010 por Darren Aronofky, «El Cisne negro».  El film plantea el aspecto psicológico de las bailarinas, la competencia y el rol de las madres. Carolina Agüero dice que algunas de las cuestiones que se plantean son posibles, pero «depende de la bailarina» como tome y se plante ante su carrera. El rol de las madres debe ser acompañar pero no presionar. «Imaginate que la presión que uno siente del maestro, le sumás la de tu mamá, se hace insostenible», aseguró la bailarina.

A estos bailarines, los estudiantes los miran y escuchan. «El mensaje que les dejo», dice Carolina, «es que te tiene que gustar mucho esta carrera para que puedas aguantar que te duela el cuerpo, las ampollas y aún así quieras seguir ensayando».